La cuarta temporada de Juego de Tronos

Con tantas piezas repartidas a lo largo del tablero de Poniente, el primer capítulo de la cuarta temporada de «Juego de Tronos» sirvió para poco más que mostrar en qué punto se encuentra cada una de esas piezas. Tras el brutal desenlace de la tercera temporada, funesto para la casa Stark, nada ha cambiado en el arranque de la nueva entrega: triunfales, los Lannister se disponen a celebrar por todo lo alto la boda del rey Joffrey, mientras sus grandes enemigos viven sus horas más bajas, Daenerys continúa su largo peregrinaje con su ejército y la amenaza del norte, más allá del Muro, extiende amenazante su sombra.

[Atención: a partir de aquí esta crítica contiene «spoilers», detalles de la trama]

«Dos espadas», las que forja orgulloso Tywin Lannister con acero valirio, mientras saborea todavía la ejecución de Robb y su madre, lleva por título un capítulo que anticipa que volverán a ser los mismos personajes los que lleven el peso de la función. En la casa vencedora las aguas bajan como siempre, Tyrion relegado a tareas menores, Cersei amargada y Joffrey demostrando que su capacidad para irritar a todos por igual no conoce límites.
revueltas, con Jaime despreciado por su intento de continuar en la Guardia Real a pesar de haber perdido una mano, 

Los Lannister sonríen, todavía, y dan la guerra por ganada, pero las piezas, aunque sea con lentitud, se siguen moviendo. Se activan los engranajes y se propaga el aroma de una falsa sensación de tranquilidad. La guerra está lejos de haber terminado. Stannis no ha dicho su última palabra, Arya no descansará hasta vengar a los suyos, Daenerys llegará algún día a su meta y la amenaza del Norte dejará de ser amenaza para convertirse en pavorosa realidad. Con paciencia, la trama tejida por George R. R. Martin sigue desplegando sus hilos.

(Crítica de ABC.es)